Los divorcios aumentaron 26.2 por ciento en el Estado de México durante 2021, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), y el rompimiento del vínculo matrimonial -en casi el 90 por ciento de los casos- fue por decisión de una de las partes.
A partir de la estadística oficial –que recuperó Elizabeth Ríos, este domingo en El Sol de Toluca-, se puede reflexionar con respecto a la complejidad de las relaciones interpersonales y, particularmente, la comunicación en pareja, porque al producirse “accidentes” en la relación, se genera depresión y ansiedad en uno de los integrantes.
Aaron T. Beck, en su obra: “Con el amor no basta”, explica que, luego de estudiar las relaciones de pareja desavenidas, identificó que “aunque las parejas no estaban tan deprimidas y ansiosas como para necesitar una terapia específica, eran desdichadas, estaban tensas y enojadas (…) las parejas tendían a fijarse en lo que estaba mal en sus matrimonios y en descuidar o no querer ver lo que estaba bien”.
“A medida que la relación zozobra en una corriente reactiva de desilusiones, comunicación pobre y malentendidos, es posible que la pareja llegue a pensar que su matrimonio ha sido un error (…) hay parejas, casadas durante 30 o 40 años, que se ven impulsadas a terminar con el vínculo, pues lo consideran ahora como una serie interminable de errores y desgracias”.
En el libro -que personalmente considero un tratado de comunicación interpersonal- el autor explica que “la representación idealizada del matrimonio que ofrecen los medios de comunicación no prepara a las parejas para hacer frente a las decepciones, frustraciones y fricciones. A medida que los malentendidos y conflictos se combinan para encender el enojo y el resentimiento, la persona que antes había sido amante, aliado y compañero, ahora es visto como antagonista”.
Habría que añadir que esa tensión se expande al entorno familiar, a las hijas e hijos de la relación, generando una espiral de malentendidos y conflictos que se propagan al resto de la sociedad y se reflejan en otros espacios: la escuela, el trabajo, las amistades, los negocios.
No se trata de una visión conservadora donde -sí o sí- hay que “vivir felices para siempre”, pero sí debemos reflexionar sobre cómo somos formados para comunicarnos y dialogar, a fin de resolver nuestras diferencias y trascender la frustración.
Si las relaciones de pareja están en crisis -como lo acredita la estadística- ¿cómo estaremos como sociedad en otros planos? Quizá esa es una pista para empezar a entender por qué tenemos una sociedad polarizada entre “aliados” y “enemigos”. Todo empieza en nuestro entorno más próximo y ahí se ubican las relaciones de pareja.
PERCEPCIÓN
¿Habrá la responsabilidad social y política en los partidos políticos para usar un tono propositivo y constructivo en las próximas campañas? Usted perdone, quiero ser optimista.
Profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.
Presidente del Consejo Ciudadano del Sistema Mexiquense de Medios Públicos.
Twitter: @RJoyaC Comentarios: joya.comunicacion@gmail.com