En la pandemia todos hemos tenido mucho tiempo, muchas veces más del que queríamos, reflexiona Jorge Drexler, quien responde a El Sol de México en una mesa redonda previa a la noche en la que ofrecerá el concierto más grande en 30 años de carrera: este jueves 16 de febrero se presenta en el Auditorio Nacional con sold out. Por primera vez se parará frente a 10 mil personas dispuestas a escuchar Tinta y tiempo, el álbum compuesto durante la pandemia y que el año pasado le dio a ganar siete premios Grammy Latino.
¿Qué echaste más en falta, la tinta o el tiempo? En los meses que compuso el álbum tuvo sobradamente de ambos, responde. Pero lo que no tenía, “era a lo que le canto en el disco principalmente, el mundo de los afectos”, admite quien entregó en 2022 una antología de 10 canciones al amor a uno mismo, el amor de largo aliento en pareja, el amor al arte y el amor filial. Puro amor.
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“Llevaba muchos meses escribiendo y buscando caminos musicales y era un trabajo en abstracto, teórico, planeado ‘para cuando’, ‘para cuando me siente frente a alguien a mostrarle la canción’, ‘para cuando me junte con otro músico a tocarla’, eso me impedía terminarlas, llegué a pensar que el disco no iba a suceder, me pasa muchas veces cuando compongo, escribo poco, hace un año y medio que no escribo ni un renglón por ejemplo”.
En los meses de aislamiento comprobó que el acto de escribir es mucho más de comunicación de lo que pensaba. “Yo escribo para contar una historia y no tenía interlocutor. Eso no me ayudaba ni en lo anímico, ni en lo compositivo, que es una familia de lo anímico, yo no puedo escribir sin esperanza. Componer ni es un acto solitario completamente, ni algo controlable, eso es lo que dice la canción Tinta y tiempo, ‘nunca sé ni por qué ni cuándo, esa voz yo no la comando’”.
¿Por qué trabajaste con artistas de distintas generaciones, como Rubén Blades y C Tangana? Del primero, dice, es admirador. Blades conjuga en sus canciones los tres aspectos del ser: pensamiento, emociones y cuerpo; con él grabó El plan maestro, una alegoría científica de cómo cuando se mezclaron los materiales genéticos de dos células, surgieron otras formas de vida y lo que en realidad apareció en la Tierra, fue el amor.
Del segundo, tiene una linda historia sobre cómo surgió la composición compartida. Y su presencia es un manifiesto en contra de la discriminación que permanece, la etaria.
“La discriminación por edades todavía existe con relativa impunidad y es bastante grave que se piense que alguien por estar en el rango de edad de entre 20 y 25 años no puede ser un genio, como me parece que son C. Tangana, Bad Bunny, o Rosalía. Creo que es un síntoma de salud de la sociedad hispanoparlante el hecho de tener gente de todos los rangos de edad haciendo cosas interesantes”.
Así nació Tocarte, de Drexler y C. Tangana
En mayo de 2020, después de no verse por tres meses, Víctor Martínez y su novia se reunieron en una estación de tren. Como uno de ellos tenía un familiar grave por Covid-19, no pudieron acercarse. Víctor es el director musical de C. Tangana y después de ese encuentro con su novia, se dirigió a una reunión en la que sólo habría cuatro personas.
“Estaba yo con mi hijo y Pucho (así llama Drexler a C. Tangana), y Víctor llegó abatido por no poder acercarse a su novia después de tanto tiempo, nos dijo, ‘es una tortura, estaba delante de ella y no nos podíamos tocar’. Entonces le dije, vamos a escribir de eso. Y de ahí salió esa canción”.
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Como artista, Drexler rechaza la tentación de “acostumbrarse a una construcción de uno mismo… asumir tu propia consagración, en el sentido de decir ‘mis influencias están cerradas, estoy en otro nivel’. No quiero consagrarme, todo lo contrario, quiero equivocarme, meter la pata, cuando hicimos Tocarte pensé ‘esto no lo voy a poder cantar’, son sonidos que no tienen nada que ver con el mundo de la canción de autor, pero hay que salir de ahí, salir del propio personaje.
“Pucho es C. Tangana por un tiempo, ahora es El Madrileño, ha ido cambiando el personaje y eso se lo envidio, yo toda mi vida he sido yo y eso es un lastre, la única vez que hice una película, con Daniel Burman, llamada La suerte en tus manos, durante tres meses dejé de ser yo y entendí por qué les gusta a los actores hacer eso, es que es tan aburrido ser uno mismo todo el tiempo y yo además escribo sobre lo que me pasa, mi familia, mis traumas y mis alegrías, me gustaría salirme de mí para hacer canciones”.