‘Era nuestra Mamá Coco’: despiden a la Tía Maguito en Zinacantepec, la mujer más longeva de la región – El Sol de Toluca

A la Tía Maguito le cantaron en su velorio. También sus nietos, usando la tecnología, pusieron sus videos donde la abuelita se mira sentada en el borde de su cama entonando la Feria de las Flores. No había de otra forma para decirle adiós, explayan sus hijos.

A ella le gustaba cantar, le gustaba bailar. Fue feliz”, dice su hijo Prisiliano, el menor de los 11 que crió doña Margarita Reyes Pablo.

Para los de San Luis Mextepec, donde vivió sus últimos años, era “La Tía Maguito”, también la “Mamá Coco”, refieren sonrientes sus hijos, en alusión al personaje de Pixar.

Le faltó un año para los cien, tenía 99”, dicen Rosa y Prisiliano, los dos hijos menores de doña Margarita.

Allí, en el patío de la familia de Prisiliano, a la Tía Maguito le tendieron unas sillas, unas veladoras y desde temprano comenzaron a preparar nopales con charales para atender a las personas que fueron llegando por la tarde para los rezos del velorio.

Se murió en mi brazos ayer a las dos”, revela Prisiliano, casi llorando y sin dejar el retrato de su madre, el que después puso sobre el ataúd.

Una vida llena de canto

A doña Margarita, en San Luis Mextepec y en su natal Ixtapan del Oro, la recuerdan alegre. La recuerdan cantando y cosechando en el campo.

“Ella nació allá por el sur, donde se casó con mi padre, pero luego se vino a Zinacantepec y aquí hicieron su vida”, recuerda Rosa.

En unos videos que reprodujeron sus nietos durante el velorio, se aprecian los dotes, el talento para cantar de Margarita.

Por eso es que allí en San Luis también le dicen la “Mamá Coco del Edomex”.

Al velorio, de a poco fueron llegando los vecinos. Unos cargando velas. Otros recibiendo un pan y café al sentarse en las sillas. El velorio de la Tía Maguito es sencillo. Un joven le canta y toca rancheras con su guitarra al lado de su ataúd. Y pareciera que el velorio fuera la celebración del cumpleaños de Margarita.

Cumplía cien años el cinco de noviembre”, explican sus nietos e hijos. No llegó doña Margarita, pero en su entierro, así la quieren despedir, como si fuera su cumpleaños.

“Ahorita le pongo sus canciones”, dice Prisiliano mientras le sube el volumen a una bocina que está al fondo del enlonado, donde ya casi se llenan las sillas para los rezos.

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