Abruma la monotonía allí adentro, aunque las paredes tienen un verde intenso. Formaron a los siete en fila india para llegar al patio donde se instaló la casilla. Les notificaron apenas antier que habían sido seleccionados y podían ejercer su voto anticipado.
Allí en la Quinta del Bosque a diario ventila el silencio, por eso ver las cámaras que los graban, les hacen romper la cotidiano, lo que ya está programado en la bitácora, aunque los inquilinos no hayan cruzado una palabra entre sí.
Un rostro nuevo, un visitante, son suficientes para romper con esas horas que se estiran de forma tosca.
Fueron siete hombres, demoraron un aproximado de cinco minutos para emitir su voto y no rebasaron los 45 minutos entre todos. Las manos a la espalda, el resto aguardan formados, custodiados por dos policías penitenciarios.
El uniforme es una sudadera blanca y pantalón de mezclilla azul marino, tenis blancos, unos son Pirma y Adidas. Aún allí dentro hay marcas.
El casquete siempre corto, como el que ahora comúnmente usan los jóvenes, pero siempre ha sido una tradición en las cárceles.
A los internos, con rostro aún de niños, les dieron instrucciones precisas: salir al patio donde está la casilla, no conversar, no mirar a otro lado, ir en silencio con ambas manos atadas a la espalda.
Pero los adolescentes lucen impacientes, mueven el talón de sus tenis, también las manos y cuando pueden extraviar la mirada a donde están los reporteros, que están en lo suyo, checando su celular, susurrando conversaciones de todo, menos de lo que ocurre frente a sus ojos.
FACHADA VERDE
La Quinta en su interior, no luce como otra cárcel, tiene una pintura de verde intenso en sus muros y sus techos. Tiene un primer patio donde hay sombrillas ancladas a bancas de concreto. Más al fondo, hay un jardín extenso donde hay canchas deportivas. Es como si se recorriera un internado de secundaria.
El sitio para colocar las mamparas con la leyenda “Votaciones Quinta del Bosque”, es una pérgola techada con teja, que hace pieza con un par de cabañas. Por eso la Quinta tiene forma de internado.
DÍA DE VOTACIONES
Para los siete, tomar la boleta y seguir el protocolo, es realmente complicado, más que emitir su voto. De política ellos saben poco y les interesa menos, se alcanza apreciar. El nervio los hace demorar en la casilla. Indecisos y solos.
Por eso extravían la mirada, quizás para que alguno de los reporteros les explique de qué se trata.
Fueron 45 minutos de ejercicio. Los votos al final, los echaron a un folder y los devolvieron a los representantes del INE. Los siete salieron nuevamente en fila india del patio, vigilados por sus custodios. Volvieron a la monotonía que los esperaba. La sensación de libertad duró 45 minutos