“No es lo ideal vivir en la sombra, pero tampoco lo es estar en el foco de los proyectores”, dice un bareiní de 32 años, cercano a la comunidad LGBT+ en ese reino del Golfo, en el que la homosexualidad no está oficialmente perseguida.
El joven emprendedor de Manama, quien pide el anonimato, no esconde su enfado con los equipos europeos que insistieron en lucir el brazalete “One Love” con los colores arcoíris, símbolo de la comunidad LGBT+, durante la Copa del Mundo de Qatar, país en el que la homosexualidad sí está criminalizada.
“Nunca se preguntó a ningún miembro de la comunidad homosexual de aquí qué pensaba”, cuestiona este treinteañero, mostrándose “preocupado” por el futuro, tras ver una avalancha de reacciones homófobas en las redes sociales y también en su entorno.
Unos meses antes también le molestó que algunas embajadas estadounidenses en el Golfo hicieran ondear la bandera arcoíris o que publicaran mensajes sobre los derechos de las minorías sexuales, especialmente en Baréin, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos.
“No escondo necesariamente quién soy, pero tampoco me paseo exhibiendo una bandera arcoíris”, dice este hombre, añadiendo que las campañas occidentales molestan mucho a las comunidades LGBT+ de una región “muy homófoba”, pero donde las autoridades y la sociedad han aprendido a cerrar los ojos, sobre todo con sus conciudadanos y algunos expatriados privilegiados.
“Sin cambios”
Durante los últimos meses, las autoridades del Golfo tomaron decisiones inéditas en la región, donde los temas tabú están habitualmente al margen del debate público.
Al igual que en Qatar en 2021, las autoridades sauditas incautaron juguetes con los colores arcoíris, en un país donde la homosexualidad, en teoría, está castigada hasta con la pena capital.
A comienzos de junio, Kuwait convocó al encargado de negocios estadounidense para protestar por unos tuits a favor del colectivo LGBT+.
En Baréin se han multiplicado los mensajes de apoyo a la familia tradicional, con carteles mostrando la imagen de un padre, una madre y dos niños sosteniendo un paraguas que les protege del arcoíris.
En Arabia Saudita y en los Emiratos Árabes Unidos se ha prohibido la difusión de grandes producciones norteamericanas, sólo porque alguno de sus personajes era abiertamente homosexual.
Para la investigadora saudita Eman Alhussein, “probablemente la cuestión de los LGBT+ no sea objeto de debate a nivel local tan pronto”, pese a que se han suavizado algunas leyes y restricciones sociales, con el fin de atraer a expatriados cualificados y a inversores extranjeros.
“Como muchos ciudadanos del Golfo siguen siendo conservadores, el mantenimiento de algunos límites se considera crucial para atemperar a todos los estamentos de la sociedad”, apunta esta especialista en la región.
Según Alhussein, parece poco probable que las presiones occidentales “provoquen un cambio, por lo menos a corto plazo”.
Gran oportunidad perdida
La Copa del Mundo de Qatar fue por lo tanto “una gran ocasión perdida” de apoyar de manera “concreta” los derechos de las minorías sexuales en el país y en todo el mundo árabe, deplora Tarek Zeidan, director de la ONG libanesa de defensa de los LGBT+, conocida como Helem, la primera creada en la región, en 2001.
“Hace falta evidentemente tener una discusión sobre derechos humanos, pese a los esfuerzos de algunos por impedirla por razones culturales o de soberanía”, destaca.
Para Zeidan, habría hecho falta “dar voz a las personas que son realmente víctimas de la violencia”, en lugar de “poner el foco en la indignación de Occidente”, con posicionamientos llamativos “que no ayudan”.
Este militante libanés, que en el pasado vivió en Qatar, constata “un endurecimiento de las posiciones extremas del debate, siendo las personas LGBT+ las que más van a sufrirlo”.
Tarek Zeidan teme una “reacción muy dura, incluso fatal” como consecuencia del “lugar impuesto y sin precedentes” que ha tomado el tema, con un aumento de las posiciones homófobas desde el Líbano a Kuwait, pasando por Egipto y los Emiratos Árabes Unidos.
“La próxima década va a ser extremadamente difícil para las personas de la comunidad LGBT+ en la región”, advierte.