Aguantar el piropo al salir al ring es lo de menos, dice Sexy Angelical, lo duro, lo que más cuesta, es abajo del enlonado y al quitarse la máscara, cuando debe llevar alimento a sus hijos.
En la vida cotidiana, cuando intercala a Angélica y a la Sexy Angelical, ella, la luchadora estira el día a unas 15 horas de trabajo.
“Mi pasatiempo, pues yo creo que agarrar la escoba y barrer”, explaya Sexy Angelical y deja ver su suave sonrisa por encima de la piel de su máscara.
Un día, en una mañana cualquiera, Angelica se levanta y prepara desayunos para sus hijos. Se viste y se va a un despacho de abogados para servir de asistente. Luego se vuelve a vestir para atender el salón de belleza por unas horas y termina con las rutinas de zumba en su gimnasio para un grupo de mujeres de la cuadra que llegan a pedir sus rutinas, ya pasadas las siete.
“Arriba del ring, eres una persona totalmente ajena, a lo que eres debajo en tu hogar y con tu familia”, explica Angélica.
UNA SILUETA DE BAJA ESTATURA
A Sexy Angelical la citamos en su gimnasio, que antes era la azotea de su casa en la colonia la Macaria de Toluca, donde tiene su ring, el equipo de entrenamiento y unos posters de las carteleras estelares en que ha estado. Ella sube y se mira a unos espejos instalados en la pared. Ella no mide más de 1.50 metros, ni pesa más de 58 kilos pero a eso le ha sabido sacar provecho, porque para las luchadoras como ella, la velocidad en el ring, es su estrategia.
Usa unas botas de piel sintética que le cubren las pantorillas, debajo trae unos mayones negros y lleva un escote que hace juego con la máscara. Todo su vestuario es negro y hace contraste con su cabello con tinte rubio y alaciado.
Y Angélica por ahora luce maquillada y pareciera que siempre se mira así, con los labios pintados y las mejillas rosadas, haciendo alusión a su nombre profesional.
“Cuando uno sube al ring, siempre hay chiflidos y piropos, pero eso uno lo sabe manejar”, dice la luchadora del pancracio mexicano.
EL TRABAJO MÁS DURO
Las 15 horas de trabajo, son de cuatro empleos. Dividirse así, es casi irreal, es casi vivir para muchas vidas, para sus hijos, su profesión y el resto del mundo.
El trabajo más duro ha sido criar a sus dos hijos. Enseñarles su camino en la vida, dice Angi.
“Mi bebé nació cuando inició la pandemia, tuve mi maternidad esos años”, expresa para explicar que es madre soltera.
Allí al lado del gimnasio de la azotea, donde Angi hace presentaciones de lucha libre y da sus clases de zumba, está el hogar, al que entra luego de quitarse la máscara.
Allí en la sala que da a la ventana de la privada donde vive, se sienta en ratos libres y mira películas con su madre y su hija. Se deja seducir por la vida, dice.
LUCHADORA PIONERA
De los 35 años que tiene, 11 los ha dedicado y los ha vivido en el ring. Llegó a Toluca desde la Ciudad de México. Y es una luchadora pionera, se puede decir.
“Somos pocas luchadoras profesionales en Toluca, a lo mucho cuatro”, explica Sexy Angelical.
Aunque augura que detrás de ella viene una generación entusiasta de luchadoras. Incluida su hija de 14 años que ya sube al pancracio.
En su gremio, como luchadora independiente, debe buscar contratos, espacios en carteleras y organizar giras. Y eso, no es más fácil siendo mujer, porque el público tiene la preferencia natural por los luchadores hombres.
“He luchado contra Fabi Apache, con Talla, he luchado con la jarocha, he luchado Mis Janeth, y con otras más”, enlista a sus rivales más fuertes Sexy Angelical.
A Angélica la entrevistamos un día previo al 8 de marzo. Y ella responde que será un día normal con mucho trabajo, como lo han sido todos. Desde esa trinchera protestará.
“Las que trabajamos ese día, protestamos de otra forma”, dice Angi.