Injustamente acallado por sus posturas políticas y preferencias sexuales, el pintor Manuel Rodríguez Lozano, quien fuera en su momento compañero de los grandes exponentes del muralismo mexicano, cada vez cobra mayor importancia. Es uno de los personajes clave para comprender más a fondo el desarrollo del arte nacional, así como los inicios de la lucha por la libertad sexual durante las décadas de los 30 y 40 del siglo XX.
En la obra Solo en el desierto, el actor Leonardo Mackey reconstruye la vida de este personaje, a través de un crudo y alucinante monólogo que se presenta los miércoles, a las 20:00 horas, en el teatro La Capilla, hasta el próximo 26 de abril.
“Fue un artista que dejó un legado invaluable, no sólo para la cultura y la pintura mexicana, sino como uno de los primeros activistas de la comunidad LGBT+, aunque nunca pensó ni tuvo la intención de hacerlo. Fue uno de los pioneros en luchar por su visibilidad, un acto verdaderamente heroico para una época en la que ser homosexual podía llegar a ser motivo fusilamiento, arresto y rechazo total”, explica Leonardo Mackey en entrevista con El Sol de México.
La obra se centra en el año 1942, cuando el artista pasó algunos meses preso en la antigua cárcel de Lecumberri, acusado por el robo de unos grabados, lugar donde realizó sobre uno de sus muros uno de los más celebres frescos, La piedad en el desierto.
La obra también se remonta a su niñez, su difícil matrimonio con Carmen Mondragón ―que después sería bautizada por el Dr. Atl, como Nahi Ollin―, la trágica relación que mantuvo con su pupilo Abraham Ángel, así como las concordancias y diferencias que entabló con los partícipes del movimiento muralista y el grupo de los Contemporáneos.
El dramaturgo Vicente Ferrer, quien también dirige la obra, tuvo que realizar una profunda investigación en hemerotecas y bibliotecas durante tres años. Además de la actuación de Leonardo Mackey, la puesta en escena incluye grabaciones con las voces de los actores Tito Vasconcelos, quien representa a Salvador Novo; Ariane Pellicer, quien hace la voz de Nahui Ollin; Roxana Andrade, que hace de Antonieta Rivas Mercado y Jorge Levy, como el papá de Manuel.
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Además de la proyección de gran parte de la obra de Manuel Rodríguez, también se hacen presentes varias fotografías de época en la que se ilustra el circuito intelectual con el que interactuó.
Sobre laobra pictórica de Manuel Rodríguez, Leonardo Mackey explica: “Le gustaba pintar el ‘México real’, el que quedó sumido en la miseria después de la revolución, el que quedó roto en mil pedazos como consecuencia de la pugna que él consideraba fratricida, todo lo contrario a lo que sus compañeros pintaban desde el nacionalismo absoluto”, finaliza el actor, quien piensa que esta obra contribuye a complementar, no sólo los uno de los momentos ocultos del pasado del arte en México, sino de la identidad misma de los mexicanos en el presente.